En mi almohada
te duermes acurrucado
siempre soñoliento.
La luna nos mira
enamorados,
soñando uno con otro.
Breves pasan las horas
el sol nos oye despertar,
la vida nos separa.
Desde entonces sólo eres
recuerdo de una sombra,
cenizas de mi hoguera,
el polvo de mi carne,
lo que más ansío en vida.
La marca de mi piel,
que más conservo.
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