Niebla nocturna, ojos marrones
que se cruzan y se miran.
Que se iluminan
mientras corre el reloj
en su última noche.
Llueve sobre dos rostros que se aman.
Es un segundo, lo que dura
ese beso fondente, que describeen silencio, un mar de sentimientos,
alegrías y penas removidas.
Bajo la noche nos decimos adiós,
y distanciados me resigno a perderte,
te giras para verme, y me alcanzas,
de nuevo es tu cuerpo el que me toca.
Quien pudiera detenerte, reloj,
en ese instante tan dulce,
beso de miel, labios de azúcar
canela en la piel.
Detente vida, para quedarnos juntos,
una vida tras otra, hoy, mañana,
que me acojan tus brazos,
y que nunca se rompan nuestros lazos.
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