San Cayetano de noche,
como en Semana Santa,
se nos encoge el alma.
La gente forma en torno
a un grupo de instrumentos,
que quiebran el silencio.
Se abren los sentidos,
para oír un estruendo
y ver túnicas blancas,
oler incienso, tocar tambores,
saborear el instante.
Dominum Nostrum,
emoción al instante,
sentimientos que retornan.
Las marchas se acallan,
silencio en la plaza,
recuerdos de otra vida.