martes, 12 de abril de 2011

Noche de sonidos

Mes de abril, a primeros. Un frío helador envuelve la noche de una ciudad del Norte de España. Las calles están llenas de gente, pero a mí me parecen desiertas, no veo a nadie, porque busco a alguien en concreto, lo siento cerca, pero no encuentro nada.

Recorro las callejas estrechas y me persigue un ruido ensordecedor, y un aroma se mete dentro de mí.

Me asusta cualquier movimiento, cualquier sonido fuera de lo común, cualquier mirada que no me diga algo de la persona a la que busco.

Las calles empiezan a despejarse a media noche. El ruido ensordecedor se hace aún más intenso, cierro los ojos, siento algo dentro de mí es extraño, y me gusta, no sabría explicarlo, me hace llorar, y reir a la vez, es emoción, a pesar de todo.

He caminado varios kilómetros, casi perdida, asustada, y he llegado a mi destino al fin, un destino común para muchos, pero con un punto y final distinto para cada corazón.

He encontrado lo que busco, aunque no ha sido fácil, ya no estoy sola, pero me pierdo otra vez por calles oscuras, y estrechas en las que el estruendo es cada vez más intenso, ya no tengo tanto miedo, tengo sueño, y me duermo por los rincones de la vieja ciudad he visto muertos a mis espaldas y ante mis ojos, y ninguno era amigo, pero sí conocido.

No hablo de una batalla, ni es parecido a esto lo que escribo, hablo de años, y noches en las que espero, y tengo la sensación de que lo que veo es único, y nunca volverá a pasar.

Horas de pie, caminando, viendo lágrimas, y caras tapadas, sonidos que dicen algo a quienes lo quieran entender, emoción, percusiones y vientos que hacen llorar.

Es primavera, es de noche, es casi ya de día, y el sol nos saluda, solo algunas veces.

Quedan días para volver a soñar, para estar cerca del ser amado y buscarlo para curarle las heridas, para dar de beber al sediento, para secar el sudor de muchas frentes, para que alguien me enjuague las lágrimas.

Para esperar a la puerta de la iglesia que vuelvas a salir, o a entrar, para vestirme de negro y esperar que todo salga bien. Y que todo sea diferente, porque nuestra vida es diferente.


Hoy, quería dejar un relato de semana santa, para que todo el mundo sepa lo que me inspira una procesión, pues ya nos queda poco, apenas días para volver a sentir todo de nuevo.

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Cobíjame a tu lado,  dame tu paz en versos  y cúbrete conmigo si hace frío. Desborda como un río tu saliva,  baña con tus lágrima...